viernes, 5 de agosto de 2011

Ben Webster

Ben Webster, lo mismo que Charlie Parker, no podía haber nacido mas que en una ciudad: Kansas City (1909), la capital nocturna de las interminables jam sessions. Es, al igual que Hawkins, Young o Rollins, uno de los gigantes del saxo tenor y uno de los maestros incontestables de la historia del jazz.
“El rana”, pues así le llamaban por sus ojos saltones, estudió piano y violín y tras haberse impuesto como solista potente con las mejores big-bands de los años treinta (Fletcher Henderson, Benny Carter, Andy Kirk, etc), su carrera musical comienza a tomar relieve en los años cuarenta cuando entra a formar parte de la cuerda de saxos de la orquesta del maestro Duke Ellington, en los tiempos del Cotton Club de Harlem. Fue allí precisamente cuando comenzó a subir escalones entre las preferencias del público, haciéndose famoso con sus solos vehementes y fogosos. Con Ellington traba una profunda amistad y el Duke, agradecido a su mejor saxofonista, le compuso un tema emblemático (In a Mellotone), hecho a la medida de éste, que acompañó a Ben durante toda su carrera. Por aquellos tiempos también tocaba un famoso solo en “Cotton-tail” pieza atribuida a Ellington pero que, al parecer, compuso Webster.
Cuando, tras las II Guerra Mundial, comienza el ocaso de las big-bands, muchos músicos tienen que buscarse, con mas o menos fortuna, su lugar en el jazz. A nuestro protagonista le vino bien la disgregación de las grandes orquestas, (aunque ese no fuera el caso de la orquesta de Ellington) y tras dejar su puesto en la big-band del Duke bien cubierto con Paul Gonsalves, inicia su carrera en solitario, consiguiendo los éxitos que dentro de la orquesta de Ellington quedaban, en parte, camuflados.
Su carrera, bien como líder de su propio grupo o como sideman de lujo de todos los grandes, consiguió no solo el reconocimiento de la crítica y de los aficionados al jazz sino que sus discos, muchos de ellos auténticas obras maestras, se convirtieron en objeto de culto para sus seguidores.
Con posterioridad Webster viaja a Europa y se establece en Copenhague en 1965 donde le gustaba, al cerrar los clubs, bajar al puerto y tocar frente al mar hasta que amanecía. Mas adelante se traslada a vivir a Ámsterdam. Durante todo este tiempo, viaja en tren sin descanso por toda Europa, tocando en prácticamente en todos los clubs de jazz del viejo continente, con su saxo, su soledad y su botella de whisky como amigos inseparables, rememorando aquellas interminables jam-sessions de Kansas City, abriendo su estuche y tocando en el vagón del tren, si algún pasajero le reconocía y se lo solicitaba. Falleció en Amsterdam el 20 de septiembre de 1973 de un infarto.
Moría un hombre corpulento y bonachón, sentimental y de lágrima fácil. Capaz de emocionarse con todo. Con su inseparable saxo y ese sombrero de ala ancha echado hacia atrás como un solideo. Con el paso del tiempo su cuerpo y su música se hicieron casi idénticos entre sí: Grandes, potentes, redondos.
SU ESTILO E INFLUENCIA:
Ben Webster puede expresarse lo mismo en un estilo vehemente y fogoso, que ilustró de manera soberbia en la orquesta de Ellington de los años cuarenta, que ser el colmo de la dulzura en el arte de la balada. (Rex Stewart le comparaba con el Dr. Jekyll & Mr. Hyde).
Como decíamos Webster tiene dos aspectos: En las piezas vivaces es un músico con un vibrato gutural y rasposo; estas piezas se convierten en sus manos en verdaderos incendios gracias a su fogosidad. En las lentas, un artista de baladas. No en balde, es considerado uno de los grandes especialistas de baladas en el jazz.
Una de las dificultades es encuadrar a Webster en un estilo concreto. Su técnica tremendamente pulida y sus adaptaciones dan a cada una de sus interpretaciones un toque atemporal que le permitía hacer suya cualquier partitura. Sus baladas, sobretodo, demuestran el enorme feeling que tenía cada vez que cogía su saxo. Cuando tocaba acompañado de piano (Hank Jones, Oscar Peterson...), el sonido aterciopelado de su saxo, el mullido de las notas balanceándose sobre el compás del piano consiguen una musicalidad y un swing absoluto. Pero en sus baladas nunca empalagaba porque, por muy suavemente que tocara, el rugido siempre estaba al acecho en alguna parte.
Su vibrato expresionista y tórrido, caracterizado por una abundante emisión de aire antes de que suene la nota, (no olvidemos que Webster era asmático) ha tenido los mas diversos seguidores. De todos los músicos de la escuela de Hawkins, ha sido él quien mayor influencia ejerció en numerosos músicos del jazz moderno y postmoderno: de Paul Gonsalves a Archie Shepp, James Carter..... La lista de saxos tenores que se sienten influenciados por Webster y que le rinden pleitesía y admiración sería interminable
Asimismo su estancia en Europa contribuyó de una manera fundamental al asentamiento del jazz en el viejo continente.
TESTIMONIOS Y ANECDOTAS
“Se comenta que un día que se había metido en el Minton´s para guarecerse de la lluvia, estaba en el escenario un chico tocando el saxo haciéndolo gemir y retorcerse como si el instrumento fuera un pájaro y quisiera retorcerle el pescuezo. Esperó a que el muchacho acabara su solo, se subió al escenario le quitó de las manos el saxo y le dijo:
- Se supone que no hay que tocar tan rápido ¿Como te llamas?
- Charlie Parker
- Pues Charlie, vas a volver locos a los colegas tocando el saxo así.
Después se rió, con esa carcajada burlona tan suya, y se volvió a marchar a la lluvia: como un alguacil que acababa de quitarle un arma peligrosa a un vaquero borracho. (Geoff Dyer)”
Woody Allen le rindió un sincero homenaje elaborando una película entera –Septiembre- en torno a uno de sus históricos dúos con Art Tatum. Robert Altman, hizo lo mismo en su película “Kansas City”.
“Si te gusta el jazz tiene que gustarte Ben. Podría gustarte el jazz y no gustarte Ornette Coleman, tal vez incluso Ellington, pero es imposible amar el jazz y no amar a Webster.” (Geoff Dyer).
Fuente: http://www.ronda.net/rondajazz/protagonistas/Ben_Webster/central.htm

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