jueves, 29 de diciembre de 2011

Entrevistando a un genio: THELONIOUS MONK En JAZZ MAGAZINE 1963

A lo largo de su carrera, Jazz Magazine entrevistó a Thelonious Monk en tres ocasiones. Gracias a su amabilidad y a la de sus traductores, Juan Carlos Hernández en primera instancia y Diego Sánchez Cascado que le dio su expresión final, están aquí recogidas. Las entrevistas a un genio con sus particularidades y su humor particular.
Sobre las estructuras de la música de Monk, su gusto por apartarse del mundo y por el misterio y, un poco más tarde, sobre la enfermedad que parecía haberle condenado a permanecer recluido: mucho se ha hablado de los silencios monkianos. Las entrevistas que publicamos esta semana muestran a un Monk más inhabitual: entre dos silencios.
Nunca me niego a hablar con alguien. Si durante mi carrera no he concedido más entrevistas, sin duda es porque la ocasión no se presentó o simplemente porque este tipo de literatura no interesaba a la gente. Desde luego, el motivo esencial es que los críticos parecen evitarme; y no se por qué. Me echaronh de lado por culpa de unas leyendas asociadas a mi nombre, nunca se esforzaron en buscar la verdad mas allá de las apariencias. "Thelonious esto, Thelonious lo otro". Pero yo siempre he sido el mismo. No sé quienes fueron los primeros en divulgar esas falsedades; el hecho es que, desde entonces, los críticos sienten hacia mí una mezcla de indiferencia y temor.
Quieren convertirme en un personaje misterioso. Dicen que mi obra es extraña, que es incomprensible. No pienso que haya habido nunca nada incomprensible o ilógico en mi música. Toco de la misma manera desde hace 20 años. Ahora mi música es reconocida pero siguen teniendo de mí la misma imagen. La mayoría apenas me conoce y afirma cosas que nunca han tratado de averiguar. Es cierto que no me gusta demasiado hablar con la gente; no soy, como algunos músicos que conozco bien, el tipo de persona que busca a los críticos para hablar con ellos y pedirles que escriban un artículo sobre mí. Pero, cuando vienen a verme, sin ideas preconcebidas, simplemente con el deseo de comprenderme mejor, es posible conocerme, e intento ser lo más amable que puedo. Usted mismo lo esta comprobando, ¿no cree?
Usted toca desde hace unos 20 años y, durante la mayoría de este tiempo, ha permanecido en la sombra, únicamente apreciado por los músicos y por algunos aficionados. Y, de pronto, de la noche a la mañana, le concedieron el título de genio, de profeta. ¿Cómo reaccionó usted?
Desde que mis inicios, me expreso con el mismo lenguaje. Ni mis ideas ni mi forma de tocar han cambiado. Tengo la impresión de haber aportado al nacimiento del jazz moderno más que todos los demás músicos juntos. En estas condiciones, no es muy agradable para un artista oír siempre, "Gillespie y Parker han revolucionado el jazz", cuando yo sabía que la mayoría de las ideas procedían de mí y de nadie más. Dizzy y Bird no me han aportado nada a nivel musical. No me han enseñado nada. No me enseñaron ningún acorde, ningún truco. Al contrario, fueron ellos quienes venían a verme para hacerme preguntas, para aprender algo de mí. Pero fue a ellos a quien se dio importancia. Fueron ellos quienes fueron considerados los impulsores del jazz moderno y la realidad es que, la mayoría de las veces, sólo interpretaban mis ideas. Todo partió de mis concepciones, es decir, intentar salir de las formas tradicionales de aquella época, del beat que se utilizaba entonces.
A mí, nadie me inspiro mis ideas: las busqué dentro de mí. Todas estas cosas las saben la mayoría de los músicos y la prueba es que casi todos han adoptado "52nd Street Theme" como tema para acabar los sets. Es mí música, al igual que "Round ‘bout Midnight" o "Dizzy Atmosphere". Hablemos de este tema. ¡Esta panda de gilipollas lo llamó "Dizzy Atmosphere", pero esa atmósfera era más bien mía! Cuando Dizzy compuso esta tema, yo hacía tiempo que lo conocía. Tengo la impresión de que, a fuerza de tocar conmigo, de copiar mis acordes, de pedirme consejos, de preguntarme cómo lograr la mejor sonoridad, de acostumbrarse a que les corrija su música, han terminado por "componer" temas que salían directamente de mí. A veces, me preguntan por qué no toco obras de otros compositores, temas como "Night in Tunisia" precisamente; simplemente se debe a que este tipo de cosas las llevaba desde siempre dentro de mí y si no las he compuesto yo mismo es porque no me excitaban tanto como a otros músicos.
Así que, ¿por qué quiere usted que toque estos temas ahora? Un día oí en la radio que decían que Dizzy era el único músico de jazz de Nueva York capaz de reflexionar. Es una de las mentiras más gordas que haya oído en mi vida y nunca la olvidaré. A fuerza de contar estas estupideces a los músicos, éstos terminan por creerlas y se les llena la cabeza con todo eso. Se creen que han sido enviados por la Providencia para salvar al jazz. Milt Jackson es como Dizzy, ¿sabe?. Tocamos juntos muchas veces y siempre fue él quien sacó provecho. Mientras tanto, yo no conseguía encontrar trabajo. Oía mis ideas lanzadas a través del mundo y no tenía la posibilidad de expresarlas yo mismo.
A veces, ni siquiera me dejaban entrar en el Birdland. ¿Se da cuenta de lo que significa quedarse delante de un local oyendo desde fuera tocar sus propias composiciones y sin poder entrar? Me ocurrió más de una vez. Así es como suelen ocurrir las cosas en Estados Unidos. Los intérpretes relegan al inspirador a un segundo plano y los que tendrían que alcanzar menos éxito ocupan el primer plano. Es así y nadie puede hacer nada. Otros se habrían puesto muy tristes al ver a sus colegas tener éxito mientras ellos permanecían en la sombra. Pero yo acepté la situación. Me decía: "Ahora no es mi turno, pero tal vez mañana..." Si los demás músicos han logrado el éxito antes que yo, mejor para ellos. Nunca les he envidiado. No estaba abatido porque sabía que lograría, en el momento oportuno, dar a conocer mi música. Y si la mayoría de los músicos me han escuchado, si han intentado copiarme, en definitiva, ha sido bueno para mí porque me ha demostrado que mí música es importante y que, en consecuencia, existía la posibilidad de que algún día fuera escuchada. La gente adoraba mis ideas pero tocadas por otros. Ahora han comprendido que estas ideas procedían de mí y vienen a buscarlas directamente a quien las ha creado.
¿Piensa haber ejercido una gran influencia sobre los pianistas?
Cada día oigo a un montón de pianistas que utilizan procedimientos que son míos desde hace varios anos. Si usted no los conoce bien, yo sí. En todos los pianistas, sin ninguna excepción, encuentro mi forma de tocar, mis acordes, mis recursos. Escuche a un tipo como Eddie Heywood y luego hablamos. Algunos creen, de buena fe, que utilizan recursos personales pero en realidad son míos. Simplemente, no recuerdan de quién los han cogido. Cuando Bud Powell era muy joven, cuando empezaba, nadie quería escucharle. Cuando llegaba a un sitio donde yo tocaba, yo me levantaba y anunciaba: "Bud va a tocar". Pero todo el mundo gritaba "no queremos oírle". Entonces, yo estaba obligado a decir: "en estas condiciones, no toco mas. Será Bud o nadie más". Y el público se veía obligado a escucharlo. Y luego, un buen día, yo me encontraba de nuevo sin trabajo mientras que Bud seguía a lo suyo. Y ahí fue cuando la gente empezó a pensar que fue Bud quien me inspiró. ¡Qué locura! Cuando Bud venía a casa, me pedía que le mostrase todo lo que hacía, que le enseñase los acordes que yo utilizaba y luego reproducía nota a nota lo que yo acababa de tocar delante suyo. Por este motivo, fue el pianista que se aproximó más a mis concepciones. Era capaz de entender mis temas mucho mejor que los demás pianistas, tal vez porque fue mi alumno.
En la actualidad, se tiende a buscar analogías entre sus concepciones pianísticas y las de Duke Ellington. ¿Qué opina de esta comparación?
Nunca escucho a Ellington. Si nuestras formas de tocar presentan puntos comunes sin duda es pura coincidencia. Hace poco, durante un concierto, toqué algunos temas con su orquesta. Fue una experiencia curiosa para mí, pero nada más. Duke, en el fondo, toca muy poco el piano con su orquesta. Le repito que no lo escucho desde hace años y, por lo tanto, no ha podido influirme. Si hay alguna influencia entre nosotros, sólo puede haberse producido en la dirección opuesta.
¿Le interesan otras formas musicales aparte del jazz? La música clásica europea o el folclore, en especial, oriental o africano, parecen tener actualmente una gran influencia sobre los jóvenes músicos modernos...
Me gusta la música, punto. Y entiendo por música todos aquellos sonidos que resultan agradables al oído. Es mi definición, vale lo que vale. A veces escucho discos de estas músicas de las que me habla, pero en ningún momento me dejo influir por ellas. Sólo deseo tocar cosas que provengan de mí. No me considero un músico que ya no pueda progresar, pero sólo creo temas nuevos dentro de los límites que me he fijado. Tomemos un músico como John Coltrane. Es un músico consagrado que ahora es capaz de explotar todas las posibilidades de su instrumento pero parece que tiene ciertas dificultades para adquirir ideas originales. Por eso se ve obligado a buscar a su alrededor. Yo no tengo esa necesidad y, se lo repito, sólo en mi interior encuentro la inspiración. Pero sin que lo busque realmente, es posible que algunos aspectos de mi forma de tocar guarden relación con otras formas musicales.
Tuve la ocasión de conocer a músicos africanos, percusionistas sobre todo, gente como Gwana, con quien he tocado, y todos me dijeron que yo era el único en tener el beat africano. Es muy posible. Yo no lo sé, pero ellos están bien situados para decirlo ya que han escuchado mucho más mi música que yo la suya. De todas maneras, forman excelentes secciones rítmicas y me entiendo muy bien con ellos. La vida que he llevado hasta ahora apenas me ha permitido salir de Estados Unidos, pero vivir en Nueva York no te impide conocer a mucha gente interesante. Hasta diría, sin ánimo de molestar, que uno tiene a su disposición todos los artistas y todas las formas de arte del mundo.
Usted tiene fama de ser poco sociable, de vivir en solitario. ¿Tiene muchos amigos entre los músicos de jazz?
Casi todos los músicos en activo han venido al menos una vez a mi casa. Cuando tienen algún problema, musical o de otro tipo, intento ayudarles a resolverlos. Si necesitan ayuda, saben que siempre pueden recurrir a mí. Siempre trato de arreglar las cosas lo mejor posible. Por eso me han colocado un poco en un pedestal y no quieren que baje de él. Tienen la impresión de que, desde un punto de vista musical, nunca me equivoco. Sin duda por eso son tantos los que acuden a verme. Pero, la mayoría siente una especie de temor cuyo origen ni ellos ni yo conocemos. Claro está, no soy muy sociable y, por lo general, no me gusta mucho hablar, pero tal vez la razón verdadera de este temor provenga de todas esas cosas que se cuentan sobre mí y que no pueden ignorar. Uno de los músicos que viene más a casa probablemente sea Sonny Rollins, al que conozco desde 1945 o 1946, creo.
¿Piensa que la fórmula del cuarteto que utiliza desde hace varios años es la mejor para sus concepciones orquestales?
Si toco actualmente en cuarteto se debe simplemente a que las circunstancias así lo decidieron. Estoy dispuesto a adaptarme a cualquier otra fórmula.
¿Por qué no ha grabado en los últimos tres años?
Simplemente porque tuve discrepancias con la compañía que me había contratado. Algunas compañías sólo quieren ganar dinero. Que traten de sacar beneficios, vale, pero cuando grabas para ellas, que tengan al menos la honradez de pagar el dinero que te deben.
Hace algunos años, cuando grabó Brilliant Corners, declaró: "Aún no me he sentido satisfecho de ninguno de mis discos". ¿Es cierto todavía?
¡Por supuesto! No sólo no he grabado aún un disco que me satisfaga plenamente sino que todavía no he tocado exactamente como desearía hacerlo. Por otro lado, es algo normal. Desde el momento en que uno está satisfecho consigo mismo, pierde toda posibilidad de progresar. Un hombre satisfecho ya no ve la necesidad de esforzarse. Ya sólo tiene ganas de descansar. Es el principio del fin.
Parece que ya no toca algunas de sus composiciones que, sin embargo son muy bellas, como por ejemplo "Think of One", "Bye-Ya", "I Mean You", "Ask Me Now", "Skippy". ¿Por qué?
A veces tocamos estos temas cuando la gente que los conocen y les gustan nos lo piden. Pero no puedo tocar todo mi repertorio en cada concierto o en cada grabación. Además, me he cansado de algunos temas después de tocarlos durante 20 años. Prefiero dejar que lo hagan otros. Cada vez me apetece menos tocar tempos rápidos. Cuando empezaba, con Kenny Clarke, por ejemplo, nos gustaba tocar muy rápido hasta cansarnos. En realidad, pienso que es más fácil tocar rápido que construir algo interesante sobre un tempo lento. Por lo menos, esa es mi opinión.
¿Es consciente de que los músicos que tocan con usted parecen dar lo mejor de sí mismos?
Debe ser un problema de ondas cortas [risas]. En realidad, intento ayudar a la gente que está a mi alrededor, empujarlos para que lleguen al fondo de sí mismos. Intento que se expresen como yo, porque, cuando uno es un músico de verdad, tiene que ser capaz de captar las ideas al vuelo antes de que éstas se posen sobre ti. En mi opinión, cuando Coltrane ha tocado mejor ha sido conmigo. Charlie Rouse, cuando era miembro del grupo de Tadd Dameron, tocaba demasiado parecido a Parker. Ahora, aunque esté cerca de mis concepciones musicales, es mucho mas personal y es mejor así. Usted me informó ayer que hace algunas semanas Rollins le dijo que la música tenía que ser el reflejo de la personalidad de uno mismo y de su comportamiento en la vida diaria. Esto es muy bonito en teoría, pero ¿cuántos músicos son capaces de hacerlo? La mayoría no toca su música sino la de otros, y se contentan simplemente con transformarla.
En relación con las sesiones para Prestige donde se grabaron los ahora históricos "Bags’ Groove" y "The Man I Love", mucho se ha escrito sobre las diferencias que al parecer hubo entre usted y Miles Davis y, en especial, sobre el hecho de que éste le pidiera que no le acompañase en sus improvisaciones. ¿Qué hay de cierto?
Estas historias de discusiones son un invento. Lo que es cierto, es que todos hemos guardado un mal recuerdo de esta grabación. Las condiciones eran deplorables. Todos estábamos cansados. El productor estaba de mal humor. Era el día de Nochebuena y todos teníamos prisa de volver a casa. Todo lo que nos dijimos ese día no debería haber salido nunca del estudio. No acompañar a un solista, se llame Miles Davis o John Coltrane, es un procedimiento que me es familiar. Forzando al solista a apoyarse sólo en el bajo o la batería, se obtiene una sonoridad, una construcción de los solos, muy diferentes. Este procedimiento no es nuevo. Roy Eldridge lo utiliza desde hace mucho tiempo.
Cuando me piden que no toque mientras un solista improvisa, lo hago y punto. No hay que buscar razones extraordinarias. Miles y yo no nos peleamos. La prueba es que después de la grabación, vino a mi casa y pasamos todo el día juntos y hasta me costó desembarazarme de él aquella noche. Miles no puede darme consejos: él sabe muy bien que le enseñé demasiado para que pueda permitirse hacerlo. Cuando, siendo jovencito, vino a Nueva York, se matriculó en la Julliard. Durante esa época a menudo subía al escenario con nosotros, no sólo para tocar, sino sobre todo para aprender. En realidad, sus verdaderas clases las recibió en los escenarios de los clubes donde tocábamos y no en la Julliard.
¿Qué opina de la nueva evolución, del giro que está tomando actualmente el jazz bajo la influencia de jóvenes músicos cuyo jefe de fila parece ser Ornette Coleman?
Actualmente, están introduciendo en el jazz algo que desapruebo. Hablan de libertad pero, bajo el pretexto de liberarse, uno no tiene derecho a volverse ilógico, incoherente, a caer en la anarquía hasta el punto de no construir nada, de tocar simplemente un montón de notas, unas detrás de otras. Y no hay beat. No se puede marcar el tempo con el pie. Creo que es una plaga que está afectando al jazz, con hombres como Ornette Coleman, por ejemplo. Hay una nueva concepción que consiste en buscar lo inesperado, en sorprender, en destruir, y el jazz tiene, ante todo, que contar una historia que resulte aceptable para todos. Todos quieren ocupar el primer lugar, convertirse en el músico de quien se habla más y para lograrlo están dispuestos a hacer cualquier cosa. Todo músico debería fiarse únicamente de sí mismo, dominar las ideas que lleva dentro y no preocuparse de lo que piensan los demás, de lo quiere el público; si se deja influir, demuestra que no es un buen músico y que lo sabe. Incluso Rollins parece haberse visto afectado. Por eso no he querido escucharle últimamente. Sonny es un músico tan maravilloso que no puedo soportar la idea de que probablemente se oriente en esa dirección.
Algunos músicos, entre ellos Rollins, Mingus y Roach, parecen querer convertir el jazz en una especie de plataforma para sus reivindicaciones sociales y políticas. ¿Le preocupan a usted los problemas raciales?
No, es algo que no me preocupa. Sé que algunos artistas sienten de manera especial estos problemas que, es indudable, siguen existiendo en Estados-Unidos aunque, desde la llegada de Kennedy, se han realizado muchas mejoras, en especial en el campo de la educación. Pero yo no me preocupo por el color de mi piel. Nunca pienso que soy un negro. O, más bien, no quiero pensar en ello. No quiero imaginar cómo hubiera sido mi vida si hubiera tenido otro color de piel. Hasta la guerra de secesión, sólo fuimos esclavos y de pronto nos dijeron: "Todos los ciudadanos que viven en Estados Unidos son americanos y tienen los mismos derechos". Pero esto no es más que un sueño. Al principio, no teníamos idioma, tuvimos que aprender la lengua del país. No teníamos religión, nos convirtieron al cristianismo. En realidad, no teníamos casi nada. Nuestra única riqueza era nuestros cantos y nuestra música. Ahora, el tiempo ha pasado. Me siento americano y nunca miro atrás para saber cuáles eran las condiciones de vida de mis antepasados. Esto no impide que sea consciente de todo el progreso que queda aún por realizar.
Por tomar sólo un ejemplo: en ciertos lugares públicos, usted lo sabe, hay carteles que te prohíben la entrada simplemente porque tu color de piel es negro. Usted puede ser el hombre más rico del país, nunca llegará a entrar en estos lugares. En otros, donde sí nos admiten, nos llegan a insultar, a tratarnos de "sucios negros" por individuos que ni siquiera nos reconocen el derecho a vivir. Esto, evidentemente es algo que no puedo olvidar, pero no quiero expresarlo a través de mi música porque el jazz, si tiene la pretensión de ser universal, debe ser únicamente música. Si algunos prefieren a un pianista como Dave Brubeck antes que a mí, por ejemplo, y que, en ocasiones, los organizadores de conciertos me contratan cuando hubiesen preferido que participase Brubeck, ¿qué importancia tiene? Si Brubeck gana más dinero, si es más apreciado que yo, mejor para él. El algo que no me planteo. Lo que me aporta mi música es más importante que lo que pudiera permitirme adquirir a nivel financiero o de fama. Pero, dejemos ya estas cuestiones raciales. Soy muy prudente sobre es tema y no quiero hablar de ello. Sé que mi música puede ayudar a los hombres a acercarse los unos a los otros y esto es lo esencial. Creo sinceramente que el jazz es lo que más ha hecho para que la palabra amistad alcance un día, en Estados Unidos, su verdadero significado.

sábado, 24 de diciembre de 2011

El vibrafonista Dave Samuels

Reconocido como uno de principales vibrafonistas de la actualidad, Samuels es dueño de una personalidad musical distintiva, que se caracteriza por su frescura y por un acercamiento creativo al vibráfono y a la marimba. Durante su trayectoria profesional, ha ganado un amplio reconocimiento internacional a través de sus presentaciones y grabaciones con artistas tan diversos, como: Gerry Mulligan, Oscar Peterson, Chet Baker, Stan Getz, Carla Bley, Yellowjackets, Pat Matheny, Bruce Hornsby, Frank Zappa, Fantasy Board, Spyro Gyra y Caribbean Jazz Project.
Comenzó sus estudios musicales a la edad de seis años, tocando batería y piano. En 1974, ganó exposición internacional como miembro del sexteto de Gerry Mulligan. En 1977, comienza su prolongada colaboración con Spyro Gyra, que dura hasta 1994 e incluye 20 grabaciones. Durante ese tiempo, el grupo fue nominado para los Premios Grammy y fue reconocido por la revista Billboard como el principal artista y grupo de jazz contemporáneo de los años 80. A través de su extensa carrera, Samuels ha sido reconocido tanto por sus fanáticos como por la crítica, por la calidad de su sonido, ha recibido cinco nominaciones a los Premios Grammy, y ha sido reconocido como el mejor vibrafonista por las revistas Jazzis y Modern Drummer.
Su debut como solista, Living Color (MCA), se mantuvo por 10 semanas en la primera posición de la radio: le sigue Ten Degrees North (MCA) con Alex Acuña en la percusión, John Patitucci en el bajo, Steve Khan en la guitarra y Eddie Daniels, clarinete; Natural Selection (GPR), su tercera grabación, se realiza con los Yellow Jackets y Bruce Hornsby y Del sol (GRP) cuenta con la participación de Dave Valentín, Andy Narell, Danilo Pérez y Jorge Strunz. Otros proyectos son: Remembrance, que incluye un concierto para marimba, orquesta de cámara y solista del compositor Jeff Beal, Duotones y Tjaderized – un tributo Carl Tjader (VERVE).
En 1993, forma Caribbean Jazz Project, considerado uno de los principales y más innovadores conjuntos de latin jazz, con el cual ha grabado y se ha presentado en los más importantes escenarios. Entre sus grabaciones con este conjunto, se destacan: The Caribbean Jazz Project, Island Stories, New Horizons, Paraíso; Her and Now – Live in Concert y Birds of a Feather, ambos nominados como mejor grabación de latin jazz y The Gathering, ganador de Grammy 2003. Su más reciente grabación, Afro Bop Alliance fue ganadora del Latin Grammy 2008, y fue nominada para los premios Grammy de ese año.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Panamá Jazz Festival 2012

Del 16 hasta 21 enero 2012 se llevara acabo en la Ciudad de Panamá, la novena edición del Festival de Jazz de Panamá. Con la talla de grandes músico como las de Tito Puente Jr., Charlie Sepúlveda, John Scofield, Luis Bonilla y artistas de jazz más talentosos, el Festival de Jazz de Panamá se llenarán con la abundancia de talento. Más de 25.000 personas asisten a este festival de música anual, a escuchar el dulce sonido de los mejores del género.
Panamá es quizás uno de los lugares más idóneos para acoger la celebración de la música jazz. El fundador Danilo Pérez dice: "Durante una semana en enero, Panamá es la capital del jazz en América Latina y el festival continúa creciendo y se está convirtiendo ahora un evento que es una referencia cultural en América Latina, con algunos de los mayores partidarios del jazz música en el planeta. "
El ganador del Grammy, el pianista Danilo Pérez, su intención era mejorar la vida de las personas mediante el intercambio de experiencias musicales como oyentes, en el escenario y en las aulas. El Festivales de Jazz de Panamá pone un mayor énfasis en la educación. Las clases son proporcionadas por algunas de las mejores escuelas de música del mundo, incluyendo el Conservatorio de París, Berklee College of Music y el Conservatorio de Música de Puerto Rico. Potenciales estudiantes de música también pueden escuchar a estas escuelas en la celebración del jazz de 2012 en Ciudad de Panamá.
Lo que atrae a tantas personas año tras año a este festival de música de América Latina no es sólo la belleza del arte del jazz, sino también el énfasis en la educación. El festival ha dado más de un millón de dólares en becas a estudiantes y lleva el arte y la música a las comunidades pobres en Panamá.
Mientras que el Festival de Jazz de Panamá es una celebración del jazz, ha ido más allá de la música. El festival de música ha tenido gran influencia en la fortificación de la cultura de Panamá, así como reforzar su economía a través del turismo.
Mantener el evento de relevancia cultural en honor a Panamá, el festival ofrece clases de música folklórica panameña y clases de danza con el Ballet Nacional de Panamá.
Los conciertos son en los lugares más prestigiosos de Ciudad de Panamá, como Teatro Nacional de Panamá, el Teatro Anayansi, y hasta el Parque Catedral. Con la oportunidad de visitar estos sitios históricos, así como disfrutar de un concierto, la cultura panameña también se ve reforzada. Muchos turistas vienen a presenciar el festival en el teatro y los lugares que se consideran arte en sí mismas.
Cada año, el festival está dedicado a alguien diferente y este año, el saxofonista de jazz Carlos Gartnett es el homenajeado de 2012. Como uno de los músicos de jazz más reconocidos de Panamá-América, el premio es bien merecido. Carlos Gartnett ha trabajado con leyendas del jazz como Miles Davis, Art Blakey y mucho más.
Además de jazz, otros atractivos que una visita a la ciudad de Panamá tiene para ofrecer. Con un rango de impecable de las especies silvestres, actividades emocionantes y una cultura muy interesante, muchos aspectos del país se puede disfrutar.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Cab Calloway y su instrumento vocal


Cab Calloway fue un nombre familiar desde 1932, y su fama nunca llegó a extinguirse. Fue un cantante de jazz de gran talento y está considerado un maestro en ‘scat’ (imProvisación vocal que consiste en utilizar vocablos y sílabas sin formar Palabras). Muchas veces, sus actuaciones en el Cotton Club ensombrecían la gran calidad de sus bandas. Dirigió una de las ‘big bands’ más PoPulares en Estados Unidos desde PrinciPios de los 30’s hasta finales de los 40’s. Por ella Pasaron los tromPetistas Dizzy GillesPie y AdolPhus "Doc" Cheatham, los saxofonistas Ben Webster y Leon "Chu" Berry, el guitarrista Danny Barker y el bajsta Milt Hinton.
Creció en Baltimore, asistió a la escuela poco tiemo y después quiso convertirse en cantante y bailarín. Lideró algunas bandas como los Alabamians o los Missourians, emezó a grabar discos en 1930 y en 1931 tuvo un gran éxito con "Minnie the Moocher" y con sus frecuentes presentaciones en el Cotton Club. Pronto fue el artista negro más conocido de la época, junto a Louis Armstrong, Duke Ellington o Ethel Waters. Hizo algunas películas como ‘Stormy Weather’ en 1943, y continuó con sus grabaciones. DesPués de “Minnie the Moocher” llegaron "Kicking the Gong Around", "Reefer Man", "Minnie the Moocher's Wedding Day", "You Gotta Hi-De-Ho", "The Hi-De-Ho Miracle Man" o "Mister Paganini, Swing for Minnie."
En 1942, su disco “Blues in the night” arrasó y en 1948, cuando terminó la época de las ‘big bands’, a Calloway no le quedó más remedio que disolver su orquesta, aunque siguió actuando con sus Cab Jivers. De hecho, el músico permaneció en activo hasta su fallecimiento, en 1994, a los 86 años.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Neil Leonard en La Habana en el Festival Jazz Plaza-2011

El saxofonista estadounidense Neil Leonard, profesor del Berklee College of Music de Boston, participará en diciembre en La Habana en el Festival Jazz Plaza-2011, que preside el laurado pianista y compositor cubano Jesús ‘Chucho’ Valdés, informó este viernes un medio local.
Leonard, “impulsor de los intercambios culturales” entre Cuba y Estados Unidos, viajará a la isla acompañado por “músicos del Berklee College” y presentará en el Festival (del 15 al 18 de diciembre) su más reciente disco “Marcel’s Window”, de jazz contemporáneo, señaló la agencia cubana Prensa Latina (PL).
“Hemos fomentado el contacto continuo (entre artistas cubanos y estadounidenses) con programas de residencias cortas”, dijo Leonard que, según PL, estuvo en la isla en mayo pasado al frente de un grupo de músicos de su país que participó en la feria internacional Cubadisco-2010.
El Berklee College of Music, considerado la mejor escuela de jazz del mundo, entregó este año el título de doctor honoris causa a Valdés, quien fundó en 1973 el grupo Irakere -buque insignia del jazz cubano- y a su padre, el también pianista y compositor Bebo Valdés, por sus aportes a ese género musical.
En la edición anterior del festival, presidido por Valdés desde su fundación en 1980, participaron los músicos norteamericanos Andrea Brachfeld (flautista) y Arturo O’ Farrill (pianista), hijo del mítico Chico O’ Farrill, pieza clave en la creación del jazz afrocubano a mediados del siglo XX.
Los intercambios culturales entre Cuba y Estados Unidos -sin relaciones desde 1961- mejoraron con el gobierno de Barack Obama, que eliminó en 2009 restricciones a las remesas y viajes de cubanoamericanos a la isla, y comenzó a aplicar en abril una mayor flexibilización de las visitas de religiosos, académicos, artistas y deportistas estadounidenses.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Bunny Berigan (1908-1942).

Trompetista de jazz nacido en la ciudad norteamericana de Wisconsin el 2 de noviembre de 1908 y fallecido el 2 de junio de 1942 en Nueva York.
Comenzó su carrera a finales de los años 20, cuando fue contratado por la orquesta de baile de Hal Kemp para realizar una gira europea. En 1931 se unió a la prestigiosa orquesta de Paul Whiteman como sustituto del gran Bix Beiderbecke, y cuatro años más tarde se incorporó a la banda del muy exigente Benny Goodman, lo que ya de por sí es muestra de calidad. Su carácter inquieto le hacía poco apto para tocar en bandas dirigidas por otros músicos, y en 1937 comenzó a liderar sus propias formaciones. Éstas tuvieron un éxito altamente irregular. Ese mismo año realizó la que según los expertos es la mejor grabación de Berigan, I can't get started. Una de las mejores formaciones que dirigió, los Rhythm makers, contaba con Artie Shaw al clarinete y George Auld al saxo tenor.
Fue uno de los artistas que más volumen utilizaba para tocar sus solos. Dotado de una gran agilidad de pensamiento, éstos eran, pese a todo, bastante sutiles melódicamente. Gustaba de acompañar a los otros músicos con rápidos fraseos que semejan el inicio de solos muy ingeniosos. Su técnica es en gran parte deudora del trabajo de Louis Armstrong, algo parecido a una puesta al día de su vitalidad optimista.
La carrera de Bunny Berigan recuerda sobremanera a la de aquel a quien sustituyó, Bix Beiderbecke, aunque a diferencia de éste nunca inspiró ningún guión de Hollywood que lo convirtiera en leyenda. Ambos eran blancos y trompetistas, ambos se asociaron con Paul Whiteman, y a ambos la afición al alcohol les impidió profundizar en sus carreras musicales. Las diferencias entre ellos deben buscarse en la ejecución del instrumento, pues si a Beiderbecke se le asocia por lo común con el lado cool del jazz -es decir, más melodioso, reposado y profundo-, Berigan campa por el lado hot: fraseos acrobáticos y expresividad extática. Fueron durante su vida la gran esperanza de la trompeta en jazz -papel que luego tomaron Fats Navarro y Clifford Brown, los dos también fallecidos a muy temprana edad. Berigan vivió más tiempo que Beiderbecke, pero no le sobrevivió demasiado. Su entierro fue costeado por Tommy Dorsey.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Charles Lloyd Quartet

Uno de los cuartetos más exquisitos en la historia del Jazz, con Charles LLoyd (sax y maracas), Michel Petrucciani (piano), Cecil Macbee (bajo), y Jack de Johnette (batería).
Nacido en Memphis en 1938, Charles Lloyd descubrió el saxofón a una edad temprana. Pronto se convirtió en una figura de la joven escena de clubes de la West Coast y tocó junto a sus colegas Ornette Coleman, Eric Dolphy, Scott LaFaro, y Charlie Haden. En 1966, formó el Charles Lloyd Quartet original que sirvió de presentación de talentos como el pianista Keith Jarrett y el batería Jack DeJohnette. Ha actuado en todos los festivales de jazz del mundo como: Montreux, North Sea, Montreal, Toronto, Paris, Viena, Londres, San Sebastián, etc.
Saxofonista, flautista y compositor, Charles Lloyd alcanzó la cumbre en los años sesenta, rompiendo con su cuarteto las barreras entre los seguidores del jazz moderno y el floreciente rock hippy. Sus 40 años de carrera y una discografía que incluye 35 álbumes bajo su autoría y otras tantas colaboraciones (Chico Hamilton o The Beach Boys incluidos) le han permitido adquirir un prestigio enorme y ser una de las referencias imprescindibles cuando se habla del jazz moderno.
Charles Lloyd fue el primer músico de jazz que hizo una gira por la Unión Soviética y el primero también en vender un millón de copias del género con Florest Flower, grabado en directo durante el Festival de Monterrey de 1966, con un joven Keith Jarrett al piano. Después llegó una retirada parcial y no regresó a los escenariohttp://www.blogger.com/img/blank.gifs hasta finales de los 80. Su firma con el sello ECM amplía desde entonces su obra, con trabajos calificados de exquisita espiritualidad, delicadeza y un sonido, lo menos, inimitable. En 2002 grabó dos discos enormes: "Which Way Is East" y antes "Lift Every Voice". Reverenciado por igual por músicos de tan distinta filiación como Keith Jarrett, Joe Lovano y David S. Ware, Charles Lloyd posee un sonido reconocible a la primera escucha: quebradizo y encantatorio, delgado y flotante como una brisa.
Fuente: Apolo y Baco.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Entrevista con Uri Caine

A lo largo de su carrera, Uri Caine ha logrado forjarse una reputación en diversos ámbitos musicales, algunos aparentemente muy alejados entre sí, partiendo de su faceta como pianista de jazz (así comenzó en su Filadelfia natal) para llegar a innovadoras formas de composición que abarcan el lenguaje clásico, la música folclórica y los sonidos de la calle, la música electrónica y los efectos sonoros digitales. En la más reciente de sus grabaciones para el sello alemán Winter & Winter, que lleva colaborando con este artista experimental a lo largo de una veintena de álbumes, titulada Twelve Caprices, Caine se adentra en un nuevo campo que le venía interesando desde hace algún tiempo: la combinación de improvisación y nuevas músicas. Conocido por sus adaptaciones poco convencionales de obras clásicas, Caine acude a renombrados talentos de la interpretación de obras contemporáneas, como son Irvine Arditti y su Arditti Quartet, para adentrarse en una exploración radical de las posibilidades que pueden ofrecer cuatro instrumentistas de cuerda, un pianista de jazz y unas condiciones de grabación que evitan la comodidad de las revisiones en la edición digital. Con el apoyo de las obras de la pintora abstracta japonesa Mamiko Takayanagi, este nuevo álbum propone un reto a la audiencia, así como a los propios intérpretes. En esta entrevista, Uri Caine reflexiona acerca de este nuevo capítulo en su creación musical y en la del Arditti Quartet.
DIVERDI: ¿Cuál es el mensaje que subyace en tu modo de tomar una idea musical ya existente e improvisar sobre ella?
URI CAINE: Para mí es un concepto jazzístico el de tomar una obra ya existente –que puede ser un standard de George Gershwin, parte de una sinfonía de Mahler, una canción popular búlgara o un ritmo de música electrónica– y usarla como estructura para buscar dentro de ella lugares que puedan servir de trampolín para la improvisación. En el mundo clásico, a los músicos se les enseña a contemplar la partitura como algo inviolable. De hecho, a muchos les ofende la noción de improvisación, probablemente igual que le ocurrió a Irving Berlin cuando Billie Holliday cantó una de sus canciones y él dijo “Suena bien, ¡pero no es mi canción!”. Siempre existe una tensión en potencia, pues la improvisación que ella realizó de esa canción se acabó convirtiendo en la versión clásica de este tema. Yo contemplo todo esto desde la perspectiva de que, dentro de la tradición del jazz, ya hay un sendero muy transitado de coger una forma armónica ya existente y utilizarla como base para la improvisación, de igual modo que los compositores clásicos cuando escriben un tema y sus variaciones. En el campo clásico las variaciones siempre se basan en la armonía del tema o aria inicial, y los músicos de jazz nos sentimos muy cómodos dentro de esta técnica.

D.: ¿Encuentras muchos intérpretes en el campo clásico que busquen música que les ofrezca la oportunidad de improvisar?
U.C.: Depende. Creo que, en lo que llamamos la música clásica actual, hay muchas corrientes en las que sí hay grupos más abiertos a la improvisación: jóvenes conjuntos de cámara que he escuchado en New York y en Europa están tratando de romper esas barreras. Pero también he trabajado mucho con conjuntos clásicos –algunos de los que podemos considerar como ‘conservadores’– que no estarían tan contentos con la idea de que alguien tome las Variaciones Diabelli de Beethoven y las pisotee con sus improvisaciones (esto excluye a Concerto Köln, con quienes Caine grabó las Variaciones Diabelli en Winter & Winter). Tenemos que aprender a tratar con este tipo de crítica y oposición, pues puede resultar positivo, porque te obliga a defender tu postura y a intentar explicar lo que estás haciendo, y a mí esto es lo que me hace disfrutar. Mucha de esta música es experimental, y resulta maravilloso trabajar en ella.

D.: El proyecto Twelve Caprices parece reflejar una variación en sí misma, al menos respecto a tus grabaciones sobre material del campo clásico. ¿Es así?
U.C.: Quizá una de las constantes en mucha de la música que he interpretado es el contraste entre los usos de la estructura fija que, por un lado, cimenta la música y por el otro funciona como base de la improvisación. Me gusta esa tensión entre la estructura y la libertad de las improvisaciones. En Twelve Caprices, en este aspecto, la música escrita para el cuarteto de cuerda (pues no son realmente improvisadores) constituye la estructura, mientras que mi contribución es básicamente improvisada; esto supone el reto de dilucidar qué va a estar tocando el cuarteto mientras yo dispongo de cierta libertad para reaccionar e interactuar con ellos.

D.: ¿Cómo surgió la idea de trabajar con Irvine Arditti en el proyecto Twelve Caprices?
U.C.: Me reuní con Irvine en Londres y conversamos acerca de un posible proyecto. Incluso antes de llegar al acuerdo de trabajar juntos, yo ya comencé a trabajar en varias ideas y me puse a escribir piezas, teniendo en mente la idea de que yo improvisaría ante lo que el Arditti Quartet estuviese tocando. Para ser sincero, debo decir que no estaba seguro de cómo saldría aquello (no creo que ninguno de nosotros lo estuviese), pero, cuando por fin comenzamos a tocar juntos, resultó muy divertido y nos gustó. Me resultó muy inspirador tocar con los Arditti. Han sido mis héroes durante mucho tiempo. Tengo muchos de sus discos, y aquellos álbumes me hicieron conocer mucha música contemporánea. Por eso, la oportunidad de trabajar junto a ellos me resultó ciertamente inspiradora, y poder colaborar musicalmente con ellos ha sido para mí lo mejor del proyecto. Confío en que podamos seguir haciéndolo en el futuro.

D.: Irvine Arditti tiene fama de mantenerse totalmente sereno ante cualquier cosa que le pongas delante. ¿Ha sucedido eso cuando habéis trabajado juntos?
U.C.: Resulta muy cómodo trabajar con él y su cuarteto. Una de las sorpresas fue que, aunque en un principio íbamos a grabar primeramente la parte que tocan ellos y, después de ensamblarlo y editarlo, yo añadiría mis improvisaciones, desde el inicio de las sesiones de grabación Irvine me pidió que tocase con ellos, de modo que todo fuese en directo. Esto traería los beneficios de la interacción y la espontaneidad, pero también la desventaja, desde un punto de vista de grabación, de que ellos tocasen bien pero quizás yo quisiera hacerlo de nuevo y esto supusiese algún tipo de problema. He de agradecer esta sugerencia de Irvine, pues hizo que para mí se pareciese mucho a una grabación de jazz. Así sucedió aquel día, y mis improvisaciones salieron como es debido. Una vez que arrancamos, resultó ciertamente fácil trabajar. Hubo muy buena compenetración entre nosotros, y no me inmiscuí en la manera en que trabajaron su parte, salvo que me preguntasen si algo debía ser más rápido o más lento, y cosas así. Realmente no hablamos mucho al respecto; comenzamos a tocar y grabamos prácticamente todo en un día y medio. Resultó muy espontáneo y disfruté mucho.

D.: ¿Sabías lo que te esperaba ya antes de haber trabajado con ellos?
U.C.: En un principio no. Comencé enviándoles la música, y preguntando cuestiones técnicas tales como “¿Esto está bien así?” o “¿Podéis tocar estos acordes?”, pero las cosas transcurrieron sin complicaciones –especialmente después de haber resuelto cómo íbamos a grabar la obra, juntos o por separado, pues veía que era algo muy importante para Irvine. Él ansiaba la sensación de que tocásemos todos juntos, e incluso esa crudeza. Me dijo, “Necesitamos tu impulso, necesitamos la energía rítmica con la que estarás tocando para comprender esas notas, lo que estamos interpretando.” Y me encantó, porque uno de los mayores disfrutes de interpretar música es esa sensación de tocar junto a otros, lanzando ideas. Lo noté en el modo en que interpretaban y en su entusiasmo, y resulta muy inspirador crear música de ese modo. No fue el tipo de experiencia que he tenido con otra gente de la música clásica, que te piden componer una pieza para una orquesta y cuando llegas a los ensayos te das cuenta de que a muchos de los intérpretes ni les gusta la música ni están inspirados. En este caso hubo ciertamente una gran compenetración.

D.: ¿Los elementos musicales de Twelve Caprices quieren ser ideas completas en sí mismas o puntos de partida?
U.C.: Quizá ambos. Creo que son ideas completas en sí mismas, concretamente en la música compuesta para el cuarteto de cuerda. Las doce piezas distintas tienen diferentes estrategias, y puede que diferentes sentimientos musicales. Por otro lado, en mi parte solista surge la cuestión del final abierto de los Twelve Caprices, pues puedo escoger cómo tocar y reaccionar de modo diferente cada vez que los interpreto. Muchas de mis composiciones se basan en mi interés por la música contemporánea, e incluso diría que por muchas de las composiciones que han hecho famoso al Arditti Quartet. En cuanto a lo que estas piezas representan en mi mente como imágenes, no resulta fácil de expresar, aunque podría decir que la idea de un Capricho es música que frena y acelera, una y otra vez. Escribí ese concepto en la parte del cuarteto de cuerda, y yo reacciono a eso en el piano continuando con el mismo procedimiento. Algunas piezas pueden recordar a otros compositores, especialmente las más tonales, pues intento contrastar entre música muy tonal y poco tonal, entre música muy rítmica y música con una sensación rítmica de final abierto, entre música más jazzistica y música que no tiene nada que ver con eso. No es algo que yo me proponga conscientemente lograr antes de estar haciéndolo, sino que mientras estás trabajando en alguna música, surgen ideas que tienen que tomar cuerpo, lo cual es el auténtico trabajo de composición. Por eso muchos de los Caprichos tienen como forma muy definida la idea del “toma y daca” entre los diversos músicos, estableciéndose un diálogo.

D.: ¿Tenías en mente la música de Niccolò Paganini cuando compusiste estas obras?
U.C.: Así es, tanto en lo referente al gran virtuosismo que requieren, como en que me encantaría ser capaz de escribir otros doce Caprichos.

D.: ¿Encuentras gran diferencia entre Europa y Estados Unidos en cuanto a la recepción de los proyectos que desarrollas?
U.C.: Sí. Aunque no me gusta generalizar demasiado, he de decir que las audiencias europeas pueden ser más abiertas de mente respecto al modo de aceptar nuestra música. Dicho esto así, luego resulta que en el mundillo europeo del jazz encuentras los mismos cismas, controversias y disputas acerca de quién toca jazz y de qué es el jazz en realidad. Personalmente tiendo a tomar el punto de vista más abierto, el de que hay muchos tipos de jazz, pues tengo experiencia tocando muchos de ellos. A veces el mundo del jazz puede ser tremendamente conservador; por ejemplo, estoy seguro de que muchos músicos de jazz no considerarán los Twelve Caprices como jazz. Algunos sí lo harán, pero otros, los del jazz “con swing y la mirada fija al frente” no percibirán así esta música. He tenido ya la experiencia de interpretar Mahler en un festival de jazz y encontrar allí tanto gente entusiasmada como otros que piensan “¿Esto qué es? Esto no pertenece al jazz.” Comprendo que la gente tiene ideas preconcebidas y viscerales acerca de la música. Yo creo en la Primera Enmienda: La gente tiene derecho a expresar lo que quiera, tanto si le gusta como si no.

D.: ¿Qué acogida tiene en Estados Unidos tu música experimental?
U.C.: Sé que la gente a veces se entusiasma mucho con ciertas cosas y no con otras. Intento dar lo mejor de mí mismo, pues no quiero componer y tocar música que a nadie le va a gustar, pero también pretendo perseverar y conseguir que, aunque quizá al público no le guste, nosotros, como músicos, podamos estar orgullosos de lo que hemos hecho. Por el hecho de vivir en Estados Unidos, nación que tiene una cultura musical muy comercial, percibo que toda la música clásica y el jazz se consideran música minoritaria, con lo que partimos de este pequeño ghetto. No me molesta, porque escucho lo que me gusta y me gusta lo que escucho, y pienso que vivir en una ciudad como New York te da la oportunidad de escuchar muchísimos tipos diferentes de música. Además existen muchísimos tipos distintos de público que apoyan la música considerada minoritaria dentro de este gran esquema. Por eso no me importa realmente si la gente considera esa música como comercial o aceptable. Ya asumo que no lo va a ser, pero eso también le sucede a grandes compositores como Beethoven. En la mayoría de los países esto no se considera música de masas. Desde nuestro punto de vista estadounidense, donde tenemos poco o ningún apoyo por parte del gobierno o de las instituciones, vemos que en Europa aún hay mucho respaldo para organizar festivales y mucha música contemporánea, lo cual supone una enorme diferencia. Desearía que esto ocurriese más en mi país.

D.: ¿Encuentras fructífera tu colaboración con Stefan Winter en cuanto a grabaciones?
U.C.: Obviamente, pues Stefan ha sido el gran apoyo de muchos de los variados proyectos musicales en los que he estado involucrado, y me siento muy afortunado por estar asociado con él. Concretamente en los Estados Unidos, desde los años 90 no hay muchas discográficas que estén abiertas para un músico que un año puede querer hacer un disco de Mahler, el próximo un álbum de música electrónica, y el siguiente un trío de jazz. Me atrevo a decir que éste, Twelve Caprices, es el primer disco que muestra esa nueva faceta concreta de mi música, en la que la estructura está establecida pero también queda sitio para la improvisación. Utilizando este enfoque he compuesto un montón de música de distintos tipos, utilizando conjuntos de cámara u orquestas, pero desgraciadamente esas obras no fueron grabadas a causa de los gastos que suponían u otras complicaciones. ¡Con un poco de suerte ahora podré grabar más música de este tipo!

viernes, 28 de octubre de 2011

FESTIVAL INTERNACIONAL BUENOS AIRES JAZZ 2011 (4ta Edición)

El Festival Internacional Buenos Aires Jazz 2011, organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad y con dirección artística de Adrián Iaies, tendrá lugar del 1 al 6 de noviembre. El encuentro que se ha ganado un lugar privilegiado en la agenda cultural de la Ciudad presenta una nueva oportunidad para descubrir prestigiosos músicos extranjeros que por primera vez llegan a nuestra ciudad y a la vez acercarse a lo mejor de la escena local.
El BAJ.11, en su cuarto año, continúa apostando a la novedad y a la variedad estilística, ofreciendo distintas vertientes del jazz en los mejores escenarios posibles con los que cuenta la Ciudad, convocando cada año a una mayor cantidad de público. En esta edición que contará con invitados de lujo, la programación ofrece además un mayor espacio para la creciente producción nacional, a través de una cantidad de conciertos de intérpretes locales y los ya clásicos Cruces en los que interactúan con los invitados del Festival. En este sentido el Festival presenta novedades: se verán en La Trastienda Club una serie de Proyectos Especiales que involucran a artistas argentinos, y la Capilla (Auditorio El Aleph) del Centro Cultural Recoleta albergará el formato Unplugged, una serie de conciertos casi de cámara.
ENTRADAS Y SEDES Para los Conciertos Internacionales, los Cruces y El Aula se pueden adquirir las entradas anticipadas online en www.festivales.gob.ar o personalmente de lunes a viernes de 11 a 19 h, en la Casa de la Cultura (Av. de Mayo 575), el CCC Teatro 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444) de lunes a viernes de 11 a 19 h, y en el Hard Rock Café (Buenos Aires Design, Recoleta, Av. Pueyrredón y Av. Libertador) de lunes a viernes de 10 a 20 h y sábados de 12 a 20 h. Los Conciertos Internacionales tienen entradas a un valor de entre $20.- Y $60.-, los Cruces $30.-; el taller de canto y las clínicas de El Aula $50.-
El resto de las actividades son gratuitas, por orden de llegada, sujetas a la capacidad de cada sala. No requieren retiro previo de entradas.
Las sedes de FESTIVAL INTERNACIONAL BUENOS AIRES JAZZ 2011 son: Centro Cultural Recoleta Junín 1930
CCC Teatro 25 de Mayo Av. Triunvirato 4444
Teatro Regio Av. Córdoba 6056
Teatro Coliseo M. T. de Alvear 1125
La Trastienda Club Balcarce 460
Café Vinilo Gorriti 3780
Notorious Av. Callao 966
Fuente:http://www.buenosairessos.com.ar/articulo/festival-internacional-buenos-aires-jazz-2011

sábado, 22 de octubre de 2011

Jazz polaco: Tomasz Stanko Quarquet

El Museo Picasso Málaga celebra este fin de semana la segunda edición de 'Un día en el Picasso', una iniciativa que tendrá su prolongación en el ámbito musical en la noche del sábado, con un concierto de los jazzistas polacos del Tomasz Stanko Quarquet, que interpretarán una selección de su repertorio. El grupo está formado por Tomasz Stanko (trompeta), Marcin Wasilewski (piano), Slawomir Kurkiewicz (contrabajo) y Olavi Louhivuori (batería).
Stanko es un músico innovador, que está en constante evolución. En el año 2002 ganó el European Jazz Prize y los miembros del jurado de este galardón tuvieron que reconocer que «Stanko ha desarrollado un sonido único y una música tan personal que se hace reconocible al instante y sin posible error... un músico de categoría, un estilista y carismático intérprete, original compositor, cuya música se muestra ahora como mucho más simple en la forma, con la suavidad que dan los años de trabajo, exploración y experiencia».
Con 20 años se graduó en la Academia de Música de Cracovia y formó su primera banda junto al pianista Adam Makovicz a la que se llamó Jazz Darings. Inspirados por Ornette Coleman y por las innovaciones de Coltrane, Miles Davis y George Russell, algunos historiadores han citado a este grupo como el primero en hacer free jazz en Europa.
En 1970 Tomasz Stanko se une a la Globe Unity Orchestra de Alex Schlippenbach, lo que le permitió entrar en contacto con muchas de las figuras de la vanguardia del jazz europeo y también formó un quinteto con el violinista Zbiegniew Seifert.
Improvisación
Un año después colaboró con Krysztof Penderecki y Don Cherry, aunque su trabajo más importante de aquella década sería junto al baterista Edward Vesala.
En los 80 exploró diferentes aspectos de la improvisación. Viajó a India con Vesala y grabó en solitario en el Taj Mahal. Su relación con el sello ECM alcanza el momento más álgido en 1994 con la edición de 'Matka Joanna', su primer álbum como líder para el sello tras 20 años de colaboraciones. Además, Stanko ha mantenido su cuarteto polaco, que no deja de ser una prioridad para él.

sábado, 8 de octubre de 2011

McCoy Tyner, pianista con pasado y presente brillante

Alfred McCoy Tyner (Philadelphia, 11 de diciembre de 1938) es un pianista estadounidense de jazz. Conocido especialmente por sus trabajos con el John Coltrane Quartet, a lo largo de su carrera se ha aproximado a una amplia variedad de estilos, aunque siempre dentro de la vanguardia jazzística: jazz progresivo, jazz modal, hard bop, etc.; también ha dedicado algunos discos a la música afrocubana.
Tyner nació en Philadelphia, siendo el mayor de tres hermanos. Su madre lo animó a estudiar piano. Finalmente, comenzó a estudiar piano a la edad de 13 años y, dos años más tarde, la música se había convertido en el centro de su vida. Sus primeras influencias incluyen a Bud Powell, un vecino de Philadelphia.
Tyner apareció en público por primera vez con Benny Golson, siendo el primer pianista en el legendario Jazztet de Golson y Art Farmer. Tras dejar el Jazztet, Tyner se unió al grupo de John Coltrane (hacía tiempo que Coltrane conocía a Tyner, y había incluido una de las composiciones del pianista, “The Believer” en una grabación de 1958). Tyner tocó en la popular grabación del saxofonista de “My Favourite Things” para Atlantic Records. El cuarteto de Coltrane, que consistía en Coltrane en el saxo tenor, Tyner, Jimmy Garrison en el bajo y Elvin Jones en la batería, realizó conciertos casi sin descanso entre 1961 y 1965, y grabó una serie de álbumes clásicos, incluyendo Live at the Village Vanguard, Ballads, Live at Birdland, Crescent, A Love Supreme, y The John Coltrane Quartet Plays ..., todos ellos en el sello Impulse!
 Tyner ha grabado un conjunto álbumes muy influyentes. Mientras estaba en el grupo de Coltrane, grabó una serie de importantes álbumes (principalmente en la forma de trio de piano) para el sello Impulse!, comenzando con Inceptión (1962), que muestra la habilidad de Tyner como compositor.
 El pianista también apareció como acompañante en muchos los aclamados álbumes de Blue Note Records durante los años 60.
Tras dejar el grupo de Coltrane, Tyner comenzó una serie de álbumes post-bop editados en el sello Blue Note Records, en el período 1967-1970 (The Real McCoy, 1967; Tender Moments, 1967; Expansions, 1968; Extensions, 1970). Poco después, se pasó al sello Milestone y grabo muchos álbumes influyentes, incluyendo Sahara (1972), Enligthenment (1973), y Fly With The Wind (1976), que incluía al flautista Hubert Laws, el batería Billy Cobham, y una orquesta de cuerda.
 Su música para Blue Note y Milestone a menudo tomaba como punto de partido la música del cuarteto de Coltrane, a la vez que incorporaba elementos de la música africana y oriental. En Sahara, por ejemplo, Tyner toca un koto, en adición al piano, flauta, y la percusión. Estos álbumes se citan a menudo como ejemplos de jazz novedoso y vital, que no son ni fusion, ni free jazz. Trident (1975) es notorio por el hecho de que Tyner toca el clave (raramente oído en jazz) y la celesta, además del piano. Citado a menudo como una influencia en músicos de jazz más jovenes, Tyner todavía graba y da conciertos regularmente. Desde los años 80 y durante los 90 toco con un trío que incluía a Avery Sharpe en el bajo y Aaron Scott en la batería. Grabó tres discos maduros pero vibrantes para Blue Note, comenzando con Revelations (1988) y terminando con Soliloquy (1991).
Entre otras cosas, la forma de tocar de Tyner se puede distinguir por el uso del bajo con la mano izquierda, en el que tiende a levantar el brazo relativamente alto por encina del teclado para un ataque enfático. La forma de solear con la mano derecha de Tyner es reconocida por una cualidad de staccato,y arpeggios descendentes, tanto de una forma triádica como en otros patrones. Su enfoque de la forma de tocar los acordes (característicamente en cuartas), ha influido a una enorme cantidad de pianistas de jazz.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Hijo de una leyenda: Ravi Coltrane

Llevar sobre los hombros el peso de la herencia de una leyenda del jazz no es tarea sencilla pero Ravi Coltrane, segundo hijo del legendario saxofonista John Coltrane y de la pianista Alice Coltrane, se ha quedado con lo mejor del legado paterno al tiempo que ha sabido buscar su propio camino. "La música de mi padre me ha influido en todos los sentidos, tenía su voz y era él mismo al igual que mi madre. Eso he aprendido de ellos, a no imitar y a ser yo mismo" ha asegurado en un encuentro con los medios en la Fundación Barrié. Este jueves ofrece un concierto con su banda dentro del ciclo de jazz dedicado este año a los hijos de las grandes figuras de la historia de este género.
Coltrane defiende la búsqueda de un camino personal y de su propia música pero admite que no tuvo ni tiene intención de dar la espalda a la música de sus progenitores. Una música "que nos eleva el espíritu y nos anima, ése es su verdadero sentido", ha sentenciado. Cree el músico de Long Island que la etiqueta de 'hijo de' "puede distraer la atención del público", en algunas ocasiones. Lo complicado es "forjar una identidad y mantenerse fiel a ella", sentencia.
Precisamente, las composiciones de John Coltrane estarán presentes en el concierto que 'The Ravi Coltrane Quartet' traerá a la Fundación Barrié. Habrá espacio para "algo nuevo y algo improvisado", como es habitual en sus recitales. Entre las dos sesiones de 50 minutos habrá tiempo para algún cambio e improvisación y temas de diferentes discos como adelantaba el propio saxofonista abrumado por la presencia de los medios a los que agradeció la atención. "Es un regalo para mí porque en general, llegas, das un concierto y te vas".

Gestor y heredero del legado paterno

Desde el fallecimiento en 2007 de su madre, la pianista Alice Coltrane, el músico se encarga de la gestión de la herencia familiar, lo que incluye administrar los derechos de autor, el archivo histórico musical con el lanzamiento de nuevos discos de obras y grabaciones inéditas de sus padres. Su casa familiar de Long Island ha sido declarada monumento histórico por el estado de Nueva York y ahora Coltrane ya piensa en convertirla en un museo o centro cultural.
Además, el hijo del legendario saxofonista es también productor musical de artistas como el pianista Luis Perdomo, el guitarrista David Gilmore y el trompetista Ralph Alessi. Con su banda actual 'The Ravi Coltrane Quartet' ha grabado cinco discos desde 1998, con uno de ellos consiguió la nominación al Grammy. Tras 26 años de letargo musical su propia madre regresó en 2004 para publicar conjuntamente con él el álbum 'Translinear Light'. El fallecimiento de su padre, cuando Ravi tenía con dos años, no impidió que su sombra se extendiese a lo largo de su carrera. Con 21 años comenzó a estudiar música en el Institute of the Arts con Steve Coleman,< quien le influenció de forma especial.
Ha tocado con músicos como Carlos Santana, Chick Corea, Geri Allen, Herbie Hancock o Stanley Clark entre otros y ha actuado en citas importantes de la escena jazzística como el Festival de Jazz de Monterrey, el de Newport o el de Viena. Además forma parte del trío de saxos tenores Saxophone Summit, junto a Joe Lovano y Dave Liebman.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Art Farmer (1928-1999)

 

Nacido en Iowa, pero criado en Phoenix (Arizona), ciudad de rica tradición jazzística, junto a su hermano gemelo el contrabajista, Addison Farmer, pertenecían a una familia exquisitamente musical. Farmer estudió violín y piano antes de pasarse a la familia de los metales. En 1945 se traslada a Los Ángeles, época en la que se decanta por la trompeta, tocando en la banda de Johnny Otis, con quien viajó a New York. En 1948 vuelve a Los Ángeles y forma parte de las mejores formaciones locales como la de Benny Carter, Wardell Gray o Lionel Hampton. En 1953, actuó por Europa con Hampton, junto a Clifford Brown y Quincy Jones. Ese año regresa a New York donde traba con Teddy Charles, integrándose en 1956 en el grupo de Horace Silver. Para entonces, su estilo ya maduro, lucía un sonido inconfundible en la escena de New York. En esa época, Farmer alterna la trompeta con el flugelhorn, tocando ambos instrumentos en el grupo de Gerry Mulligan. En 1958 participa en el Newport Jazz Festival y graba su único disco con Mulligan, "What Is There To Say" (Columbia). Figura en dos bandas sonoras para las películas "I Want to Live" y "The Subterraneans", y deja para United Artist, "Modern Art", disco emblemático en su discografía. Sin duda, su credibilidad creció junto a Benny Golson, tras crear en 1960, el grupo "The Jazztet". Allí combinó acertadamente su talento para dirigir e improvisar con las dotes de Golson para la composición y arreglos. En 1960 grabó el disco fundacional del grupo, "Meet The Jazztet", auténtico manifiesto de intenciones que obtuvo un éxito enorme. Cuando en 1962 el grupo se disolvió, Art Farmer, formó un cuarteto con el guitarrista Jim Hall, que duró dos años. Con la irresistible ascensión del Rock, Farmer se marchó a Europa donde compaginó la dirección de sus grupos con su presencia en varias orquestas, entre ellas la Clarke-Boland Big Band. En los últimos años de su vida ha alternado fliscornio y trompeta, retornando a su país para intentar reformar "The Jazztet", pero la muerte le sorprendió en 1999.
Fuente: joefarrell.jazz59.com/jazzcoleccion/a/artfarmer.html

domingo, 4 de septiembre de 2011

Dave Holland

El bajista Dave Holland (1946, Wolverhampton) se interesa por la música a una edad muy temprana. Con sólo 4 años empieza a tocar el ukelele; a los 10 años, la guitarra, y a los 13 se pasó al bajo. Recibe lecciones de piano y se entusiasma leyendo libros de música y escuchando la radio. Forma entonces una pequeña banda con sus amigos para tocar en pequeños clubes, hasta que a los 15 años abandona la escuela para intentar aprender y vivir como músico tocando el bajo y escuchando a los grandes bajistas, Ray Brown y Leroy Vinnegar.
Por aquel entonces, a pesar de que Dave Holland estaba trabajando aún con el bajo, comienza a frecuentar clubes de jazz con su contrabajo. Posteriormente se traslada a Londres y comienza sus estudios con James E. Merritt, el que fuera bajista principal de la Orquesta Filarmónica de Londres. Todo este bagaje de conocimientos le llevan a relacionarse pronto con lo mas selecto de la sociedad jazzística británica. Sus tempranos trabajos en bandas de jazz que interpretaban el estilo de New Orleáns de King Oliver y Louis Armstrong no le satisfacen y experimenta con grupos que manejaban un estilo de música mas moderno.
1966 es un año estelar para Holland. Comienza a tocar con John Surman, John Mclaughlin, Evan Parker, Kenny Wheeler, John Taylor, Chris MacGregor y otros músicos de Londres cuyas innovaciones en el ámbito del jazz contemporáneo influyen en su trabajo. En julio de 1968, Miles Davis visita uno de los clubes en los que Holland toca y queda impresionado, invitándolo a unirse a su banda para actuar en Nueva York. Fruto de esta colaboración, interviene en dos discos claves del periodo eléctrico de Davis: "In A Silent Way" y "Bitches Brew". A finales de los 70 Holland abandona el grupo de éste para formar una banda propia llamada Circle, junto a Chick Corea, Anthony Braxton, y Barry Alschul. La banda dura solo un año y en 1972 se une al grupo de Stan Getz.
A fines de 1972 graba su primer álbum como líder de una banda para el sello ECM titulado "Conference Of The Birds" y es aclamado por la crítica. En 1975 forma parte de la creación del grupo Gateway, un trío con John Abercrombie, y Jack DeJohnette, viejos integrantes de la banda de Miles Davis. Su carrera como bajista solista definitivamente comenzaría con su disco "Emerald Tears" en 1977. En 1982 graba "Life Cycle", esta vez tocando el cello. A partir de entonces, Holland se concentra en formar su primera banda, un quinteto integrado originalmente junto a Kenny Wheeler, Julian Priester, Steve Coleman, y Steve Ellington.
En 1988 forma una nueva banda, un cuarteto con Steve Coleman, Kevin Eubanks y Marvin "Smitty" Smith y en 1989 el grupo graba el disco "Extensions", el álbum mas votado del año por los lectores de la revista "Down Beat", que le proporciona reconocimiento internacional.
Desde entonces Dave Holland ha continuado grabando y actuando tanto acompañando a los más grandes nombres del jazz (Jack DeJohnette, Herbie Hancock, Pat Metheny y Joe Henderson entre otros), como con su propio grupo.-
Fuente: http://www.getxo.es/castellano/cultura/getxo_cultura_jazz09.asp?MNU_Id=196

domingo, 28 de agosto de 2011

Por los Caminos de Dixieland.

Para entender un poco el entramado de situaciones que van a dar origen al nacimiento y posteriores ramificaciones del jazz, tenemos que remontarnos a la llegada de los europeos al continente americano, más concretamente a la zona del sur de los actuales Estados Unidos. Primero fueron los españoles y luego los franceses, quienes se impusieron a los pobladores autóctonos, y lo que se vinieron a unir los esclavos negros.
Todo ello va gestado un ambiente musical en el que confluyen diferentes tradiciones, ya que cada una de esas poblaciones tenía sus propias canciones de trabajo, de celebración, de funerales…, y que, con el paso del tiempo, convertirán a la ciudad de Nueva Orleans en un crisol de músicas que cobraron proyección mundial.
Los historiadores del jazz, y estilos próximos como es el caso del Dixieland, se fijan en las circunstancias históricas que se generaron una vez finalizada la Guerra de Secesión americana (1865), que culminó con la abolición de la esclavitud lo que originó una masa de personas que salieron en busca de un trabajo remunerado, y muchos de ellos entraron en el mundo de la música, tanto blancos como negros, mientras que otros provenían de las banda militares que una vez finalizada la guerra se disolvieron, y eso puso en el mercado muchos instrumentos de segunda mano que pudieron ser adquiridos por esos músicos de “nuevo cuño”.
Nueva Orleans era en esas décadas finales del siglo XIX, una ciudad populosa con un puerto, situado en la boca del Mississippi, muy importante lo que creaba oportunidades de trabajo, lo que sirvió de polo de atracción importante para masas de desocupados en busca de una forma de ganarse la vida. Allí blancos y negros, entran en contacto y se empiezan a influir unos en otros, ya que mientras los blancos solían tener una formación musical reglada, los negros tenían unos ritmos diferenciados. En este punto, surge la controversia entre los historiadores que defienden el origen negro del jazz, los que están más en la línea de dar protagonismo a los blancos, o la tercera vía que defiende las influencias mutuas y la imposibilidad de otorgar la paternidad exclusiva a una de las dos comunidades. Siguiendo esta taxonomía, se suele decir que la forma de tocar de las gentes de color, daría origen al llamado estilo Nueva Orleans, mientras que el Dixieland sería la interpretación de los músicos blancos de ese estilo primigenio a partir, más o menos, de 1910, afirmación que olvida que muchos músicos negros tocaron Dixieland, como, por ejemplo, Louis Armstrong, por citar sólo uno.
Las formaciones musicales originarias solían componerse de trompeta, clarinete y trombón, como instrumentos líderes, acompañados por una base rítmica con contrabajo, batería, banjo y piano, instrumento éste último que se incorporará cuando los combos empiecen a tocar en locales cerrados, ya que en los inicios las formaciones tendrán un carácter más callejero, amenizando desfiles, funerales y otros eventos, lo que les obliga a optar por instrumentos que se puedan transportar con facilidad.
En el año 1894 se decretan leyes de segregación racial en Nueva Orleans, lo que hace que la población de origen europeo y los criollos ocupen las zonas más próximas al mar, mientras que los antiguos esclavos tienen que irse a las zonas altas de la ciudad. Tres años después, se decretó la reclusión de los locales de ambiente nocturno (prostíbulos, garitos de juego, cabarets…) en el distrito de Storyville, al que los locales conocían simplemente como “el distrito”. Todos esos locales, empezaron a contar con agrupaciones musicales que amenizaban el ambiente a sus visitantes, quienes podían escuchar desde pianistas de ragtime, a tríos de cuerda, e incluso bandas de viento metal.
Eso fue así hasta que un 12 de noviembre de 1917, ya con los Estados Unidos metidos en la Primera Guerra Mundial, se ordenó el cierre de “el distrito”, siguiendo las instrucciones de los departamentos de Guerra y de la Marina, lo que generó una diáspora de músicos hacia Chicago fundamentalmente, ciudad que tenía una importante población de color, y en la que la Ley Seca había generado una importante proliferación de clubes nocturnos clandestinos que necesitaban músicos para amenizar sus noches, además de que se pagaba bien a los intérpretes.
Independientemente de quienes fueran los auténticos inventores del jazz, blancos o negros, lo que está claro es que el primer combo que grabó, ayudado por las leyes discriminatorias que todo hay que decirlo, temas de raíz jazzística fue la Original Dixieland Jazz Band (OJDB), formada íntegramente por músicos blancos, como eran Larry Shields (clarinete), Nick La Rocca (trompeta), Eddie Edwards (trombón), Henry Ragas (piano) y Tony Sbarbaro (batería) (ver foto).
En 1916 Nick La Rocca llega a Chicago con la Stein Dixie Jazz Band, y cuando esta formación se rompe, La Rocca formará la ODBJ y firmará un contrato con Columbia, para entrar en el estudio y grabar los dos primeros temas de jazz de la historia. Era el año 1917, y los temas eran Livery Stable Blus y Dixieland Jazz Band One Step, para, un mes más tarde, grabar el primer disco de jazz. Esa formación tendrá un gran éxito, que le llevó a cruzar el Atlántico para tocar en Inglaterra, y dar una serie de conciertos en Londres que fueron grabados por Columbia. El regreso a los Estados Unidos trajo la disolución del grupo.
El estilo Dixieland se mantendrá durante la década de los 30, y conocerá otro momento de esplendor a mediados de los 40, y hoy se sigue manteniendo con la celebración de algunos festivales en distintas partes de Europa, España incluida, y los Estados Unidos.
Por Alfredo Rodríguez.
Fuente: http://alenarterevista.wordpress.com/2008/10/17/la-historia-del-jazz-por-los-caminos-de-dixieland-por-alfredo-rodriguez/

lunes, 22 de agosto de 2011

GIGI GRYCE (1925-1983)

George General Grice, Jr. conocido como Gigi Gryce nació en Pensacola el 28 de noviembre de 1925. Fue saxofonista, clarinetista, flautista, arreglador, compositor y docente. Egresa en 1951 del Conservatorio de Boston (donde ha estudiado teoría y composición con Alan Hovhaness y Daniel Pinkhalm y ha tomado lecciones con Margaret Chaloff, madre de Serge Chaloff, saxofonista barítono) y ese mismo año es convocado por Stan Getz como arreglador de su cuarteto, al que aporta temas como Mosquito Knees, Wild Wood e Yvette. Entretanto, compone tres sinfonías, un ballet (The Dance of the Green Witches), un poema sinfónico (Gashiya-The Overwhelming Event), además de varios cuartetos para cuerdas, sonatas y música de cámara. En 1952 obtiene una beca Fulbright y marcha a París, donde estudia con Arthur Honnegger y Nadia Boulanger. Debe abandonar los estudios debido a una enfermedad y, en 1953, se instala en Nueva York. Comienza a colaborar como arreglista con Howard McGee (Shabozz), Max Roach (Glow Worm) y Art Blakey (Blakey) y se une a la orquesta de Tadd Dameron a tiempo para participar en A Study in Dameronia.
Meses después es contratado por Lionel Hampton, que está a punto de emprender su legendaria gira por Europa. En la orquesta se encuentra con varios colegas que en adelante marcarían su vida musical, en especial Benny Golson, el citado Art Farmer y Clifford Brown. Justamente éste, con quien ya había coincidido en la orquesta de Dameron, lo convoca antes de la gira para grabar Memorial Album, al que aporta Hymn of the Orient, que quedará excluido de la configuración final a pesar de ser uno de los grandes temas de Gryce y contener una de las mejores intervenciones de Brownie en todo el álbum.
Ya en París, y contraviniendo las órdenes de Hampton, que conduce a sus músicos con mano de hierro y no quiere distracciones, Brown y Gryce deciden dar rienda suelta a su individualismo aceptando la invitación del pianista Henri Renaud para grabar (el 29 de septiembre y el 8 de octubre de 1953) en el sello Vogue con su trío, del que forma parte el exiliado guitarrista Jimmy Gourley y al que se suma el contrabajista Pierre Michelot. Gryce aporta cuatro composiciones, Salute to the Bandbox, Strictly Romantic, una preciosa balada donde demuestra su extraordinario instinto para la melodía, y dos de sus temas mayores, Blue Concept y, sobre todo, Minority, donde nos ofrece el que quizá sea el primer gran solo de su carrera, vívido y con inusual mordiente.
De regreso en Manhattan, y tras contraer matrimonio con Eleanor Sears, se instala cerca de donde vive Art Farmer, con quien inicia una productiva y a veces tormentosa relación. Gryce ya se ha hecho un nombre como uno de los más importantes arreglistas y compositores de su tiempo, al menos en el área de Nueva York (que casi nunca abandonaría dada su fobia a viajar, especialmente tras la muerte de Brown, uno de sus mejores amigos). Sin renunciar del todo a la herencia del bebop, pretende dotar al hard bop de orquestaciones imaginativas en las que ritmo y melodía estén íntimamente relacionadas, dotar de "sustancia", en sus propias palabras, el lenguaje musical, expandirlo sin perder de vista al oyente. Entre mayo de 1954 y octubre de 1955 entra con Farmer en los estudios de Van Gelder para grabar lo que serían When Farmer Met Gryce y The Art Farmer Quintet Featuring Gigi Gryce, ambos para Prestige. Las ocho composiciones del primero pertenecen a Gryce, y entre ellas destacan una dinámica versión de Blue Concept, así como Stupendous-Lee, la distendida Social Call, la elaboradísima Capri y The Infant's Song, una balada en la que el alto de Gigi suena particularmente cool y meditativo. El segundo de los discos mencionados presenta cinco composiciones de Gryce, incluida la paradigmática Nica's Tempo, y el resultado general es puro hard bop.
Ese mismo año, y tras intervenir como arreglista en Afro Cuban, de Kenny Dorham, graba para Savoy su primer disco como líder absoluto y titulado, justamente, Nica's Tempo. Lo acompañan, entre otros, Farmer, Thelonious Monk, Horace Silver, Oscar Pettiford, Art Blakey y una orquesta en la que cabe señalar la tuba de Bill Barber y las trompas de Gunther Schuller y Julius Watkins, lo que da una idea de las inquietudes orquestales de Gryce y el impacto que produjeron en él los conceptos estéticos impulsados, seis años antes, por Miles Davis. Asimismo, pone de manifiesto su admiración hacia Monk, a quien acompaña en Shuffle Boil, Brakes Sake y Gallop's Gallop y cuyo espíritu captura con una naturalidad asombrosa en unos solos nerviosos, casi impacientes, en los que destaca su característico vibrato. No será la única vez que Gryce colabore con Monk. En 1957 lo hará en Thelonious Monk with John Coltrane, así como en Monk's Music, con una intervención destacable en Epistrophy, donde demuestra que, sin ser un saxofonista excepcional, ha sabido asimilar la impronta de Parker y gestar un sonido amplio que produce en quien lo oye una inquietante expectación.
Es el comienzo de un brevísimo y milagroso período para Gryce: colabora con Benny Golson en uno de los mejores discos de éste, New York Scene, que incluye sendas versiones de B.G.'S Holiday y Capri (un año más tarde se encargaría de los arreglos de Golson and the Philadelphians); interviene en el excepcional Lee Morgan Vol. 3, donde nos obsequia con un incisivo solo en Hasaan's Dream; se encarga de los arreglos de Jazz Contrasts, de Kenny Dorham y participa en The Greatest Trumpet of Them All, de Gillespie, al que aporta cuatro temas y unos arreglos exquisitos, en especial en una inolvidable versión de Sea Breeze; integra el decteto de Teddy Charles, uno de los más experimentales de su tiempo; participa como arreglista en Modern Art, de Art Farmer, y como integrante de la orquesta de Oscar Pettiford, con notables arreglos en Two French Fries, Smoke Signal y la enésima versión de Nica's Tempo, convertido ya en un standard en toda regla; graba para MGM un nuevo disco como líder (recientemente reeditado por Fresh Sound) en el que se atreve con el barítono, el tenor, el clarinete y la flauta y está acompañado por Hank Jones, Milt Hinton y Osie Johnson…
No obstante lo anterior, el mayor logro de Gryce en este período seguramente es la creación, con un jovencísimo Donald Byrd, del Jazz Lab, por el que pasarán, entre otros, Hank Jones, Wendell Marshall, Art Taylor y Paul Chambers. Con él Gryce aspira a llevar a la práctica una poética basada en el rigor y la honestidad, a transmutar la experiencia musical, y todo lo que en ella hay de búsqueda, en puro sentimiento jazzístico. En convertir la modernidad en una nueva espiritualidad que, siguiendo el ejemplo de Parker, deberá gestarse y desarrollarse dentro mismo de los músicos. A semejante credo no debió de ser ajena la evolución ética de Gryce.
Perfeccionista, sobrio hasta la austeridad (jamás bebió, fumó o tomó drogas), enemigo acérrimo de la autopromoción y cualquier forma de comercialización del arte, implacable con quienes ignoran la tradición, hacia mediados de los cincuenta se convierte al Islam, cambia su nombre legal por el de Basheer Qusim y crea, en sociedad con Benny Golson, su propia editorial musical, Melotone, mediante la que aspira a defender los derechos de autor de los músicos negros. En este punto, su vida entra en un cono de sombra. Hay quien habla de presiones psicológicas debidas a las coerciones a que lo someten las grandes compañías discográficas, que se niegan a perder el mínimo control sobre sus artistas. Hay quien habla de conductas paranoides, de negarse a atender el teléfono, de negar toda información sobre la marcha de la editorial a su propio socio, Golson. Paradójicamente, hacia el final ya de su carrera, inseguro e inestable como se sentía, todavía nos legaría cuatro discos a su nombre, tres para Prestige con su quinteto, The Rat Race Blues, Sayin' Something y Hap'nin's (que a la postre sería el último), y Reminiscin', para Mercury, con su "orch-tette". En los cuatro participa el algo árido Richard Williams y se trata, en todos los casos, de discos excelentes.
Puestos a elegir, no obstante, nos quedamos con el primero y el último, en un caso porque Gryce pone de manifiesto (como ya hiciera en el segundo de los discos citados) su profunda admiración hacia el blues como fuente inagotable de experiencia y experimentación, pero sobre todo porque se trata de una obra que gana en profundidad con cada escucha y contiene inmortales versiones de Strange Feelin' y Blues in Bloom. En el segundo caso, porque, por un lado, es un ejemplo de preocupación de Gryce por actualizar el lenguaje jazzístico y sus elementos constitutivos, en particular el swing, y, por otro, porque contiene momentos paradigmáticamente bellos, como una versión de Dear Beloved en la que nuestro hombre se muestra dinámico y hasta alegre como pocas veces, quizá porque se trata de su única colaboración con uno de sus grandes amigos, Eddie Costa, que moriría un año más tarde.
Sin embargo, la frescura que Gryce muestra en Reminiscin' tiene poco que ver con su vida personal. Decidido a luchar por sacar adelante Melotone, concentra todas sus fuerzas en ésta y se retira de la escena musical. No aguantará mucho. Su matrimonio va de mal en peor, la lucha contra las majors se revela demasiado titánica para quien cuenta con la única arma de sus convicciones y es demasiado susceptible para hacer transacciones con la realidad. Mientras Quincy Jones empieza a ganar dinero a espuertas con Ray Charles y la bossa nova, Gryce liquida los derechos de autor a sus compositores, visita Africa, se divorcia, vuelve a casarse y se consagra a la enseñanza en escuelas de Long Island y Nueva York. Dedicará a ello los últimos veinte años de su vida, hasta su muerte el 14 de marzo de 1983, en su Pensacola natal.
Publicado por Rodolfo Tornello
Fuente: http://clasesdesaxoyclarinete.blogspot.com/2010/10/gigi-gryce.html