martes, 25 de enero de 2011

Billie Holiday


Eleanora Fagan, más conocida como Billie Holiday, nació en el gueto negro de Baltimore, Estados Unidos. Su infancia fue marcada por la temprana pérdida de sus padres y por la estancia en reformatorios. Su vida fue una mezcla de prostitución, violaciones, estupefacientes, alcohol, cárcel pero también de talento, capacidad vocal, afinación y feeling en sus interpretaciones.
Los inicios: mezcla de traumas y talento
Su peculiar voz la hizo resaltar entre las cantantes de jazz norteamericanas. Influenciada por la música de Louis Armstrong, decidió desde muy joven dedicarse al mundo del arte. Salió en busca de trabajo como bailarina, para lo cual tenía nulas aptitudes, pero la suerte y el azar, dos de los factores que siguieron presentes en su vida, le hicieron tener la posibilidad de probar como cantante en el mismo escenario que pretendía danzar; comenzaba así una carrera donde todo aquel que le escuchaba dejaba atrás vino, cerveza, ron, conversación y prestaba atención a esa voz que desde el improvisado escenario del club "Pod's and Jerry's" invitaba a soñar.
En 1933, John Hammond, productor musical la escucha cantar en el club "Log Cabin" y es quien le posibilita la entrada a un estudio de grabación a través de Benny Goodman.
Comenzaba para Billie una vida de atracciones, lejos de los traumas infantiles, los contratos en clubes aparecían por doquier, e incluso fue contratada por el manager de Louis Armstrong. Filmes, presentaciones con grandes bandas, grabaciones de centenares de temas, dúos con los grandes intérpretes del jazz de la época, acompañada por los famosos jazzistas norteamericanos, hacen de su vida un milagro musical.
Del anonimato al estrellato y de nuevo a la soledad
Billie Holiday, se transformó en una estrella de los escenarios de los clubes de New York. Con apenas 25 años ya había conquistado el corazón de sus seguidores y se convertía en un ídolo del jazz mundial.
Pero la fama la llevaba a una etapa de su vida donde la heroína era el pan diario, Billie no pudo escapar de los influjos de la droga, en 1945, se casó con el trompetista, Joe Guy, también adicto a la heroína. A partir de la década del 50 su carrera fue en caída, sus espectáculos fuera del escenario eran tan impactantes como cuando cantaba, sumado a su bisexualidad, que para la época era todo un escándalo. Aunque ingresó voluntariamente en una clínica para intentar rehacer su vida, la recuperación fue corta, tiempo que aprovechó para hacer televisión.
A sus 43 años tenía que esforzarse para lograr ser esa Billie Holiday que el público aclamó en un tiempo. Al año siguiente fallece, mientras agonizaba la policía esperaba afuera porque cumplía prisión domiciliaria por consumo de drogas.
El legado de Billie Holiday
Su personalizada forma de cantar, sumado a su timbre de voz la convirtieron en una estrella del jazz. Apodada por sus seguidores y la prensa como Lady Day, fue una cantante excepcional, lástima que su éxito fue vencido por la adicción a las drogas. Su carrera tiene momentos espectaculares como las interpretaciones de “Strange Fruit”, tema en contra de los linchamientos, considerado como la mejor canción del siglo XX por la revista Time en 1999.
El sufrimiento que vivió durante su infancia y adolescencia es trasmitido en cada una de sus interpretaciones. La voz que le nace del alma viene acompañada de una melancolía que nunca la abandonó. Su vida tuvo episodios oscuros, que es mejor a veces no recordar.
Varias de sus canciones como “God Bless the Child", “I love you porgy” o “Fine and mellow" se han convertido en clásicos del jazz, y nunca han vuelto a hacer interpretadas con la paradójica dulzura de ella.
Sin duda alguna, Billie Holiday fue una cantante que expresó con su voz, las angustias y temores de una vida llena de obstáculos, pero que supo vencer el tiempo y ser hoy en día una de las mejores voces del jazz.
Fuente: http://jazzblues.suite101.net/article.cfm/billie-holiday-una-voz-tocada-por-los-dioses#ixzz1C5pNBvqo

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